jueves, 8 de abril de 2010

LAS PRIMERAS LEYES LABORALES


LEYES:

●1898 contra la usura en el credito prendario(social) ●1902 alcoholismo (laboral)
Queria regular la producción, expandio y consumo de bebidas alcoholicas
●1906 habitacion obrera (social)
Favorece la construccion, proveer el higiene y determinar las condiciones basicas de la vivienda popular
●1907 descanso dominical, reforma 1917(laboral)
Establece la obligatoriedad de dicho descanso en todas las empresas mineras, industriales o comerciales, publicas o privadas.

● 1912 Trabajo infantil (laboral) ● 1914 Ley de la Silla (laboral) Esta ley, obliga a los empresarios del comercio a mantener sillas para sus empleados . ●1916 Ley de accidente de trabajo (laboral) Los accidentes ocurridos a los obreros o empleados en la empresa tendran derecho a una indemnizacion a cargo del jefe. ● 1917 salas cunas en Establecimientos Industriales (laboral) Toda fabrica o taller con mas de 50 operarios mayores de 18 años, debe contar con una sala cuna para resibir en los horarios de trabajo a los hijos de las obreras durante el primer año de vida. ●1918 codigo sanitario (social) y (laboral) ●1920 instruccion primaria ( social) ●1920 caja de credito prendario ( popular) (social)



EL GOBIERNO DE ALESSANDRI


El gobierno de Arturo Alessandri Palma (1920-1925)

La inmensa popularidad de Alessandri, sumada a su gran oratoria, hacían prever un gobierno con grandes logros; pero las exageradas expectativas, las modalidades parlamentarias y las crisis económicas, consecuencia de la decadencia de la industria salitrera después de la Primera Guerra Mundial, limitarían sus proyectos.

Tampoco pudo contar con una adecuada cartera de ministros: debía escogerlos dentro de la mayoría parlamentaria, pero solo contaba con una mayoría aliancista muy indisciplinada en la Cámara de Diputados, mientras la Coalición dominaba en el Senado.

La rotativa ministerial generó constantes conflictos con el Legislativo, cuyas cámaras estaban dominadas por conservadores, nacionales, y un sector liberal que se oponía al Presidente.

El gobierno de Alessandri se vio fuertemente afectado por la crisis del salitre, que generó gran cesantía a causa del cierre de las oficinas salitreras.

En 1921 los obreros de la salitrera San Gregorio pidieron su desahucio, produciéndose enfrentamientos con la fuerza pública, que dio como resultando 21 trabajadores y tres uniformados muertos.

En 1924 no se había logrado aprobar ninguna de las leyes de reforma social. Por esta razón, el 4 de septiembre la oficialidad del Ejército se instaló en las tribunas del Congreso a fin de exigir la aprobación de una serie de leyes que mejoraban sus salarios, los que continuamente se retrasaban en su pago debido a la demora en la aprobación de los presupuestos. La situación hizo crisis cuando el Parlamento aprobó una ley que establecía una dieta mensual de $2.000 para los senadores y diputados. Fue entonces cuando a los uniformados se les pidió abandonar el lugar, lo que cumplieron en medio de fuertes protestas, hecho conocido como ruido de sables. Esta rebeldía de la oficialidad hizo que se constituyera un Comité Militar que exigió al Presidente el pronto despacho de las leyes estancadas en el Congreso. A raíz de estos hechos, el ministro Pedro Aguirre Cerda Briones renunció, quedando en su lugar el general Luis Altamirano Talavera. Luego de esto, en una reunión del Congreso del 8 de septiembre, se logró despachar 16 proyectos de ley que estaban pendientes.

El Comité Militar siguió funcionando, y como no se resolvió el asunto de las peticiones, Alessandri presentó su renuncia. El Senado la rechazó, pero lo autorizó para salir del país por seis meses. Como el Congreso también fue cerrado, asumió una junta de gobierno integrada por los generales de Ejército Luis Altamirano y Juan Pablo Bennett, y por el almirante Francisco Neff.

Sin embargo, el 23 de enero de 1925 el coronel Carlos Ibáñez del Campo acusó a aquella junta de simpatizar demasiado con la oligarquía, por lo que se constituyó una nueva integrada por el alessandrista Emilio Bello, el general Pedro Dartnell y el almirante Carlos Ward.

Alessandri, quien luego de renunciar había salido rumbo a Europa, volvió el 20 de marzo de 1925 y reasumió la presidencia. Durante los siguientes meses obtuvo la aprobación de tres importantes cuerpos jurídicos: la Constitución Política de 1925, que estableció el régimen de gobierno presidencialista y la separación de la Iglesia del Estado; la ley que creaba el Banco Central, y la ley de patrimonio exclusivo de la mujer casada, primera norma legal que favoreció a esta dentro del matrimonio.


LA IMPORTANCIA DEL SALITRE EN NUESTRO PAIS


Entre las décadas de 1880 y 1920, Chile vivió un período de inusitado esplendor

producto de la riqueza salitrera que producían las recientemente incorporadas

provincias de Tarapacá y Antofagasta, desde donde se exportaba en grandes

cantidades a Europa, donde era usado como fertilizante y en la fabricación de

explosivos.

El salitre se obtenía de la refinación del caliche, sal que se encontraba en abundancia

bajo la costra superficial de las planicies desérticas. Aunque no faltaban los

empresarios chilenos, la propiedad de las oficinas salitreras estaba mayoritariamente

en manos extranjeras, en particular británicas, con lo cual obviamente quedaba fuera

del país una parte considerable de las grandes ganancias obtenidas por ese concepto.

El Estado chileno obtenía su participación en esta enorme fuente de riqueza a través

de los derechos aduaneros de exportación que cobraba en los puertos de embarque.

Hacia 1900 estos impuestos cubrían el 56,29% de las entradas fiscales. Las grandes

sumas recibidas por el fisco eran traspasadas en gran medida a los particulares a

través de medios directos e indirectos: ausencia casi total de impuestos internos,

préstamos a la banca privada, sueldos y remuneraciones de todo tipo.

La riqueza del salitre tuvo un efecto dinamizador sobre el conjunto de la economía; el

norte salitrero, por ejemplo constituyó un importante mercado para la producción

agrícola y manufacturera de Chile central. La industria del salitre era también una

fuente de trabajo muy importante. La población total de trabajadores salitreros era

hacia 1904, de 24.445 de los cuales 17.398 eran chilenos. Entre los extranjeros, la

gran mayoría eran bolivianos y peruanos.






PROBLEMAS POLITICOS A COMIENZOS DEL SIGLO XX


La llegada de Arturo Alessandri Palma a la presidencia hacía prever un gobierno de grandes logros, debido a la inmensa popularidad que tenía y a su gran oratoria, pero no fue así. Las modalidades parlamentarias, la incapacidad para poner fin a la anarquía de salón en que había vivido el país desde 1891 y las crisis económicas, consecuencia de la decadencia de la industria salitrera después de la Primera Guerra Mundial, limitaron sus proyectos.

Otros problemas que contribuyeron al desprestigio y a la caída del régimen parlamentario y del Parlamento mismo, fueron la oposición del Congreso, que impedía la realización de varias de las reformas propuestas por el mandatario para enfrentar la crisis social que afectaba al país, y la indisciplina de los partidos de gobierno, que cayeron en la incapacidad de tomar nuevos rumbos y realizar las obras sociales, políticas y económicas contempladas en el programa que había diseñado el presidente Alessandri durante su campaña. Estos problemas siguieron por tres años, en que los trastornos políticos continuaron: los ministerios se sucedían, aumentaba la cesantía, la crisis y los gastos fiscales; recrudecían los ataques de la oposición, que acusaba al mandatario de tener intenciones dictatoriales. La crisis política se aproximaba y todos miraban hacia los militares.

En 1924, no se había logrado aprobar ninguna de las leyes sociales que el presidente había mandado al Congreso, pues los parlamentarios consideraron más urgente discutir la dieta parlamentaria, es decir, el sueldo que gozarían senadores y diputados. Hasta ese momento, estos cargos se ejercían en forma gratuita. El 3 de septiembre, cuando el proyecto empezaba a ser considerado en el Senado, un grupo de oficiales militares de baja graduación que se encontraba en las graderías del recinto, expresó su molestia haciendo golpear sus sables en el suelo, hecho conocido como ruido de sables. Tras este acto de rebeldía de los militares, se constituyó un Comité Militar que exigió al presidente el pronto despacho de leyes de gran interés social. Entre ellas, la que fijaba en ocho horas la jornada laboral, la que limitaba el trabajo femenino e infantil, la que creaba la Inspección del Trabajo, la que establecía el seguro obligatorio contra accidentes y la indemnización por estos mismos, la que creaba los tribunales de conciliación y arbitraje, además de otras sobre cooperativas y materias previsionales. El Congreso –ante el temor de un pronunciamiento militar– las aprobó en pocos días.

Como el comité continuó funcionando, Alessandri presentó su renuncia al Congreso. Este la rechazó y lo autorizó para salir del país con un permiso de seis meses. Los militares conformaron una junta de gobierno integrada por los generales de Ejército Luis Altamirano y Juan Pablo Bennett, y por el almirante Francisco Neff (11 de septiembre de 1924) y disolvieron el Congreso.

Como las reformas anheladas no se hicieron realidad, a principios de enero de 1925 otro comité de oficiales, apoyado por importantes políticos, tomó el poder y convocó al presidente para que volviese al país. Volvió el 20 de marzo de 1925 y reasumió la presidencia. Durante los siguientes meses obtuvo la aprobación de tres importantes cuerpos jurídicos: la Constitución Política de 1925; la ley que creaba el Banco Central y la ley de patrimonio exclusivo de la mujer casada.

ORIGEN Y MOTIVOS DE LAS PRIMERAS HUELGAS


El anarquismo es una ideología política, que busca conseguir la emancipación del hombre de todo tipo de organización jerárquica que limite coactivamente la libertad del ser humano. Surgió en Europa durante la segunda mitad del siglo XIX, en un escenario de profundas desigualdades sociales provocadas por la expansión del capitalismo industrial y la proletarización de las clases obreras. Las ideas ácratas o anarquistas se expandieron con rapidez por todo el mundo industrializado y a fines del siglo XIX se introdujeron en América Latina, potenciando los movimientos laborales con un agresivo discurso anticapitalista que propugnó la revolución social. Para ello, propiciaron la organización de los trabajadores y el combate frontal al estado burgués a través de la propaganda y la acción directa.

El ideario anarquista, cuyos principales exponentes fueron los pensadores europeos Pierre Proudhon, Mijail Bakunin y Piotr Kropotkin, se difundió en Sudamérica a través de inmigrantes europeos llegados a Buenos Aires, de entre los cuales destacaron Ericco Malatesta y Pietro Gori. En 1890, el inmigrante español Manuel Chinchilla creó las primeras organizaciones anarquistas entre los obreros tipógrafos de Valparaíso y Santiago, labor que continuaron Carlos Jorquera, Magno Espinosa y Alejandro Escobar. Los ácratas influyeron de manera importante en la etapa de conformación de las organizaciones de los trabajadores, difundiendo los ideales del asociacionismo obrero y la conciencia de clase. En este sentido, impulsaron el desarrollo de las mancomunales, las federaciones gremiales y las sociedades en resistencia, que alcanzaron gran apoyo entre obreros y artesanos de Santiago, Valparaíso, Talca y Concepción.

Durante las dos primeras décadas del siglo XX el movimiento anarquista chileno alcanzó su máximo nivel de difusión e influencia sobre el movimiento obrero, convocando a grandes manifestaciones, huelgas generales y sectoriales, meetings y protestas violentas contra el capitalismo y el estado burgués. En 1926 nació la Federación Obrera Regional de Chile (FORCH), afiliada a la internacional anarquista, Industrial Workers of the World. La influencia del movimiento libertario se hizo presente en el sector estudiantil y entre los intelectuales y artistas, en particular en la llamada generación del ‘20.

En la década de 1930, el movimiento anarquista entró en conflicto con otras corrientes ideológicas, como radicales, socialistas y comunistas, que propiciaban un sindicalismo legal dependiente de los partidos políticos. Los anarquistas, por el contrario, propugnaban un anarcosindicalismo libre, independiente de las leyes y del Estado. El Código del Trabajo, dictado en 1931, terminó por integrar a los sindicatos al sistema legal al regular los conflictos laborales, y acabó minando la influencia del anarquismo sobre los sindicatos. Terminada la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo, los anarquistas se reagruparon en la Confederación General de Trabajadores (CGT) pero, a pesar de los esfuerzos que hicieron por repudiar el nuevo sistema de asociación, no pudieron evitar la consolidación del sindicalismo legal. Aunque en 1953 participaron en la creación de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), pocos años después ya habían perdido casi completamente su influencia sobre los movimientos laborales de alcance nacional

martes, 6 de abril de 2010

ORIGEN DE LA CUESTION SOCIAL

Es indudable que la pobreza y las desigualdades sociales no surgieron en el país en la década de 1880, como tampoco han desaparecido en la moderna realidad del Chile actual. No obstante, ya desde finales de siglo XIX muchos elementos se conjugaron para transformar los problemas sociales en una cuestión social, como son, un contexto económico capitalista plenamente consolidado, marcado por una incipiente industrialización y un proceso de urbanización descontrolado que agravaron las malas condiciones de vida del trabajador urbano; una clase dirigente ciega e ineficiente ante los problemas y quejas del mundo popular; y, finalmente, una clase trabajadora que ya no estuvo dispuesta a quedarse de brazos cruzados esperando que el Estado oligárquico llegara a ofrecer alguna solución a sus problemas.

Fue a lo largo de estos años que se pusieron en marcha una serie de movimientos sociales que transformaron la cuestión social en un problema que afectó no sólo a los trabajadores sino a todo el país. Desde entonces, surgieron a la luz pública una serie de innumerables escritos, ensayos, artículos de prensa y tesis de grado que comenzaron a analizar sus causas y motivos, además de las posibles alternativas de solución. Esta amplia gama de debates políticos e ideológicos pueden resumirse en tres grandes corrientes.

La primera corriente se originó al interior del mundo conservador-católico, que a partir de la Encíclica Rerum Novarum adhirió a la línea social cristiana impulsada por la iglesia católica. A grandes rasgos, vio la cuestión social como resultante de una crisis moral que desvirtuó el rol dirigente y protector de la elite criolla. El énfasis estuvo puesto en la responsabilidad que le correspondió a los ricos en el cuidado y bienestar tanto material como espiritual de los más pobres, a través de la educación, la beneficencia, el socorro y la justicia. En síntesis, más acción social y menos caridad.

En segundo lugar, existió una corriente liberal y laica vinculada al Partido Radical y donde también se incluyeron intelectuales independientes de clase media. Para ambos sectores, la cuestión social fue el resultado de un conflicto de clases, un problema estructural de la sociedad nacional, afectada por la falta de desarrollo económico, la explotación laboral, la inflación y la carencia de ayuda estatal hacia los más pobres. Por consiguiente, los dardos apuntaron al Estado y a la necesidad de regular el sistema de libre mercado que rigió en el país, a través de una adecuada legislación social que promoviera y asegurara el progreso y adelanto material de todos los sectores.

Una tercera tendencia, fue la corriente socialista, impulsada por sectores pertenecientes a la clase trabajadora. Para este sector, los problemas sociales fueron consecuencia de la propia existencia del Estado liberal y del sistema capitalista; y declararon que su solución no pasó por la acción caritativa de la clase dirigente ni por las medidas de corte proteccionista que reclamaron algunos liberales, sino que radicó en la acción y el poder autónomo de los propios trabajadores.

A pesar de sus diferencias, cada una de estas tres corrientes coincidió en la urgente necesidad de otorgar pronta solución a los problemas derivados de la cuestión social, que hacia el año 1920 se convirtió en una preocupante cuestión política, traspasando las fronteras de la opinión pública e insertándose de lleno en los planes del Gobierno y del Congreso Nacional.


La Cuestion Social

LA CUESTION SOCIAL DE CHILE (1880-1920)

Pensamientos y debates

Es indudable que la pobreza y las desigualdades sociales no surgieron en el país en la década de 1880, como tampoco han desaparecido en la moderna realidad del Chile actual. No obstante, ya desde finales de siglo XIX muchos elementos se conjugaron para transformar los problemas sociales en una cuestión social, como son, un contexto económico capitalista plenamente consolidado, marcado por una incipiente industrialización y un proceso de urbanización descontrolado que agravaron las malas condiciones de vida del trabajador urbano; una clase dirigente ciega e ineficiente ante los problemas y quejas del mundo popular; y, finalmente, una clase trabajadora que ya no estuvo dispuesta a quedarse de brazos cruzados esperando que el Estado oligárquico llegara a ofrecer alguna solución a sus problemas.

Fue a lo largo de estos años que se pusieron en marcha una serie de movimientos sociales que transformaron la cuestión social en un problema que afectó no sólo a los trabajadores sino a todo el país. Desde entonces, surgieron a la luz pública una serie de innumerables escritos, ensayos, artículos de prensa y tesis de grado que comenzaron a analizar sus causas y motivos, además de las posibles alternativas de solución. Esta amplia gama de debates políticos e ideológicos pueden resumirse en tres grandes corrientes.

La primera corriente se originó al interior del mundo conservador-católico, que a partir de la Encíclica Rerum Novarum adhirió a la línea social cristiana impulsada por la iglesia católica. A grandes rasgos, vio la cuestión social como resultante de una crisis moral que desvirtuó el rol dirigente y protector de la elite criolla. El énfasis estuvo puesto en la responsabilidad que le correspondió a los ricos en el cuidado y bienestar tanto material como espiritual de los más pobres, a través de la educación, la beneficencia, el socorro y la justicia. En síntesis, más acción social y menos caridad.

En segundo lugar, existió una corriente liberal y laica vinculada al Partido Radical y donde también se incluyeron intelectuales independientes de clase media. Para ambos sectores, la cuestión social fue el resultado de un conflicto de clases, un problema estructural de la sociedad nacional, afectada por la falta de desarrollo económico, la explotación laboral, la inflación y la carencia de ayuda estatal hacia los más pobres. Por consiguiente, los dardos apuntaron al Estado y a la necesidad de regular el sistema de libre mercado que rigió en el país, a través de una adecuada legislación social que promoviera y asegurara el progreso y adelanto material de todos los sectores.

Una tercera tendencia, fue la corriente socialista, impulsada por sectores pertenecientes a la clase trabajadora. Para este sector, los problemas sociales fueron consecuencia de la propia existencia del Estado liberal y del sistema capitalista; y declararon que su solución no pasó por la acción caritativa de la clase dirigente ni por las medidas de corte proteccionista que reclamaron algunos liberales, sino que radicó en la acción y el poder autónomo de los propios trabajadores.

A pesar de sus diferencias, cada una de estas tres corrientes coincidió en la urgente necesidad de otorgar pronta solución a los problemas derivados de la cuestión social, que hacia el año 1920 se convirtió en una preocupante cuestión política, traspasando las fronteras de la opinión pública e insertándose de lleno en los planes del Gobierno y del Congreso Nacional.